Jesús
nunca muestra servilismo hacia los poderosos: Cuando unos fariseos le advierten
que Herodes, el tetrarca de Ga1ilea, 10 busca para matado, él niega que Herodes
pueda disponer de su vida y 10 llama «ese don nadie» (Lc 13,32). Ante la pregunta de
los sumos sacerdotes y senadores sobre el origen de su autoridad, Jesús, antes
de contestar, les pide que definan su posición y, ante su negativa, no les responde (Mt 21,23-27
par.). Se encara con los mismos dirigentes del templo y del pueblo, que no han
hecho caso de la predicación de Juan Bautista ni han renunciado a la injusticia, y los compara
peyorativamente con los descreídos y las prostitutas (Mt 21,31-32). Por otra
parte, lanza públicamente tremendas invectivas contra los letrados y fariseos
(Mt 23 par.).
Sus
mismos enemigos reconocen su libertad ante los poderosos (Mt 22,16: «Maestro,
sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios con verdad; además, no
te importa de nadie, porque tú no miras 10 que la gente sea»).
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