Para un
cristiano, el ejercicio de la libertad de opción ha tenido su expresión máxima
en el propósito de seguir a Jesús. Esta opción ha orientado su vida y le ha marcado
el camino.
La opción está tomada y no hay que repetida, basta con renovada. La opción inicial abre la posibilidad de la libertad de acción o autoexpresión.
Así, el
cristiano, arraigado en la experiencia de su encuentro con Jesús, es el hombre
que se identifica con él, que asume como propia su escala de valores y que en
su vida los expresa sin temor a las consecuencias. Su libertad manifiesta la fuerza del Espíritu
que ha recibido de Jesús.
En
Marcos, Jesús comunica a «los siervos» su propia «autoridad» (Mc 13,34), lo que
equivale a comunicarles el Espíritu que él posee (cf 1,8: «él os bautizará con
Espíritu Santo»). Los capacita así para realizar un programa que, en sus líneas
generales ha de coincidir con el de suyo: liberar a los hombres de su pasado
pecador y comunicarles vida.
Se
trata, por tanto, de una transferencia de responsabilidad: la acción que Jesús
ha llevado a cabo en la tierra ha de ser continuada por los suyos. La formulacion
exousía-autoridad indica que los seguidores de Jesús no han de reconocer
obstáculo para su misión, que ésta no está supeditada a la decisión de
autoridades humanas. El don de la exousía los iguala a Jesús.
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